Conducir con la presencia de drogas (Cuadro 1) es un problema real, se asocia a un mayor riesgo de implicación en colisiones de tráfico (especialmente fallecimientos y lesiones graves), y la intervención dirigida a evitar conducir con la presencia de drogas constituye una prioridad a nivel internacional, particularmente en los países desarrollados (Schulze et al., 2012; WHO, 2016).
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