Las últimas décadas del siglo XX han permitido la expansión en España de una “cultura de la intoxicación”, haciendo referencia a espacios recreativos juveniles como el “botellón” en los que el eje sobre el que pivota la diversión es el consumo excesivo de alcohol. Los y las participantes consideran este consumo placentero y asociado a la sociabilidad con el grupo de iguales y, con frecuencia, su objetivo en este contexto cultural ya no es beber moderadamente, sino intoxicarse. Así, especialmente los menores de 25 años, no ven necesariamente el consumo de alcohol como problemático argumentando que juega un papel positivo en su socialización y aprendizaje.
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