Los objetivos de este texto son, por una parte, informar sobre el fenómeno del chemsex, describiendo en que consiste, a quién afecta, qué consecuencias puede tener y por qué es necesario abordarlo como un problema de salud pública. Por otra, describir lecciones aprendidas sobre su abordaje en el contexto británico, siendo Londres la ciudad pionera en generar una respuesta asistencial frente al chemsex.
El término de origen anglosajón chemsex surge de la unión de las palabras chems (eufemismo de drogas) y sexo. Durante los últimos años este vocablo se ha popularizado en determinados ámbitos profesionales y mediáticos a nivel internacional, para referirse al “sexo entre hombres que ocurre bajo la influencia de drogas tomadas previamente y/o durante un encuentro sexual” (Bourne, Reid, Hickson, Torres y Weatherburn, 2014). Ha sido también descrito como el “uso intencionado de drogas para tener relaciones sexuales por un período largo de tiempo (que puede durar varias horas hasta varios días), siendo el tiempo un elemento clave en este fenómeno, dado que a mayor duración de las sesiones sexuales y de consumo, puede darse también una “mayor exposición a diversos riesgos o daños” (Fernández-Dávila, 2016).
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