El menor conocimiento de determinados aspectos sobre la salud y el estigma y la discriminación de los consumidores de opiáceos propicia que este grupo sea más vulnerable a sufrir las consecuencias de la epidemia de COVID-19. Proporcionarles los tratamientos y medios adecuados, incluso a domicilio, es un desafío muy importante para prevenir posibles brotes de transmisión sanguínea de otros virus.
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